Por Marina Federman
Micro-Historia
de los medios y sistemas de comunicación
El presente trabajo pretende abordar el momento histórico de consumos
culturales y comunicacionales de la generación de los nacidos a fines de la
década del ’40 y comienzos de la del ’50. Para ello, se entrevistó a Claudia,
nacida en el año 1949, Ricardo, nacido en el año 1946 y Mario –hermano de
Ricardo- en 1951. En este período, la televisión llega a la Argentina introduciéndose
en los hogares. Interesa conocer hasta qué punto este dispositivo/medio
modifica o continúa con las prácticas sociales de aquel entonces en torno a los
siguientes tres ejes de observación e investigación:
Eje
1: Relación con la Radio
Durante sus infancias, a mediados de
la década del '50, el televisor ya estaba instalado en sus hogares. ¿Cómo fue
la coexistencia de éste con la radio?
El recuerdo más antiguo de Ricardo
en su relación con los medios es precisamente con el radioteatro Tarzán. En el año 1956 cuando tenía diez
años, era para él una fuerte costumbre terminar de jugar al futbol o a la
bolita con sus amigos del barrio para llegar a las 6 pm reloj a su hogar a oír
el teleteatro con su abuela. Sus hermanos eran más chicos, su padre estaba
trabajando afuera y su madre en la casa. Cuenta que se trataba de una radio a
válvulas, muy grande, ubicada en el centro del living “donde ahora se ponen los
televisores”. El programa se pasaba en la Radio Splendid[1] de
Lunes a Viernes de 6 a 7 pm. Además de recordar a los personajes de la novela
de aventuras (Tarzán, Juana y Tarzanito) también recuerda al anunciante: Toddy, la marca de chocolatada. A las 8
pm seguía la novela de Los Perez García
que miraban “todos en familia durante la cena”[2].
En este caso, la presencia de la
abuela –de una generación previa- mantiene viva la costumbre de reunirse
alrededor de la radio. Sin embargo Ricardo aclara que cuando llegó la
televisión “la cosa cambió”[3]. Los
consumos mediáticos en este entonces se realizaban en los espacios privados; en
este ejemplo es claro es desplazamiento físico realizado por Ricardo para ir su
hogar a oír el programa radial. Veremos que en adelante con la creación de la
radio portátil las fronteras entre espacios públicos/privados así como la de los
consumos públicos y privados serán más complejas.
En el caso de Claudia, recordaba que la chica de la limpieza escuchaba
radio mientras trabajaba: “Yo de radio nada, no escuchaba mucho en casa. Sí las
mucamas, escuchaban tango y yo me deprimía. Los
Perez García yo me acuerdo que era muy conocida pero no la escuchaba”[5].
Ricardo cuenta que la primera TV que
tuvo la familia fue en el año 1956 –mientras que Claudia supone que la tuvo
tres o cuatro años antes- en lo que llamaban el combinado: un aparato-mueble que tenía televisión, radio y
tocadiscos. Claudia compara el tamaño con un mueble modular del living. El
aparato combinado también funcionaba a válvulas. Recuerdan las marcas: Zenith,
Sylvania, Admiral. Claudia cree que su primer televisor fue un Sylvania, no un
combinado.
Los pocos años de diferencia entre
los entrevistados muestran una pequeña divergencia que indica el momento de
instalación del dispositivo en las familias argentinas. Ricardo aún recuerda
los inicios, mientras en Claudia y Mario el aparato está ya incorporado como
parte de sus infancias. De todos modos, los tres mencionaron que poseer un
televisor marcaba un estatus, un logro económico para la clase media. Ricardo:
“Al principio la tenían las clases medias altas y las clases altas, era un bien
de lujo, después las clases medias medias en los barrios fueron teniendo”.
Mario: “La televisión era un artículo de lujo, había familias que no tenían
televisión.” [6].
En este sentido, Ricardo remarca la
diferencia en cuanto a nivel socioeconómico: mientras Claudia pertenecía a una
familia de comerciantes con un buen pasar económico que vivían en una casa en
La Lucila, Mario y él pertenecían a un hogar de trabajadores profesionales en
un pequeño P.H. en el barrio de Colegiales.
Eje
2: Sociabilidad / Comunicación familiar
La respuesta a mi pregunta de '¿con
quién veían tele?' siempre obtuvo respuestas que parecían obvias para los
entrevistados: “totalmente en conjunto, en familia”, “Casi toda la familia en
general”.
El contexto situacional de la
entrevista fue una decisión a tomar para comenzar con la investigación:
reunidos en el living del hogar en familia mi madre, mi padre, yo (que ya no es
mi hogar) y la presencia vocal de mi tío a través de una conversación
telefónica. El edificio construido por mi abuelo, el departamento en el que
vivieron en familia cuarenta y cinco años atrás. El modo de grabación fue con
el teléfono celular. Casi 3 horas de grabación.
El mismo formato de la entrevista,
cuyo objetivo principal era el de la memoria – a través del racconto-,
funcionaba a modo de recuerdo de las reuniones familiares en torno al televisor
pero con la presencia de los dispositivos del siglo XXI.
Patrice Flichy en su texto Una historia de la comunicación moderna,
problematiza acerca las etapas de la comunicación moderna separándolas en
grandes momentos: comunicación del Estado, comunicación familiar, comunicación global
y la burbuja comunicacional (nómade/individual)[7]. Si
bien en la segunda mitad del siglo XX ocurren importantes transformaciones en
la vida privada “particularmente una mayor autonomía de los individuos”[8],
siguen agudizándose procesos iniciados en épocas previas como el repliegue en
el domicilio privado –analizado desde sus inicios por Jürgen Habermas- y las
prácticas familiares en torno a los dispositivos.
Dice Flichy: “Al igual que el
fonógrafo o la radio, la televisión nació como medio familiar. Ciertos
sociólogos han visto en ello el equivalente del fuego del hogar en la familia
rural”[9]. Esto
resulta curioso desde el punto de vista de los desplazamientos que ocurrían en
la época hacia los medios más individuales y se preveía que la televisión
avanzaría en ese camino. Observaciones interesantes de los entrevistados pueden
aportar a este asunto.
Una rápida conclusión que saqué al
respecto del tipo de sociabilidad familiar tiene que ver con la cantidad de
gente necesaria para poder ver correctamente la TV. Ricardo: “No había control
remoto, era terrible, había que levantarse” para cambiar de canal entre los
pocos canales que había (dos o tres): Canal 7, Canal 8 y Canal 13. Claudia: “La
imagen siempre subía y bajaba, entonces había que ir atrás a arreglarla, uno
miraba y preguntaba ‘’¿Está bien así? ¿Paró? ¡Eso era lo mejor! ¡Una de las
fallas más leves! Había muchos botoncitos atrás, uno decía vertical horizontal,
el otro no se qué; uno iba arreglando una cosa y se desarreglaba otra (risas)”[10].
Mario: “Me acuerdo de un técnico de televisión
que teníamos que venía y arreglaba uno de los tubos de Sylvania que venía
reventado; venía y lo arreglaba pero no sabés los defectos que hacía eso (…) El
técnico de televisión era un personaje, era todo un tema. Le cambiaban unas
lámparas al tubo, a veces se lo llevaban (…) Los televisores eran una pantalla
de 20’’ y la profundidad era de 70 cm y después vinieron los extrachatos que
era un poco más chatos (risas)”[11].
Claudia: “Antes no se cambiaban las
cosas, solo después de miles de años, se arreglaban.” Ricardo: “Las antenas de
aluminio eran todo un tema.”. Como menciona Flichy, comienzan a adquirir
importancia más que los operadores o mediatizadores entre el dispositivo y el
usuario, los técnicos.
Pese a lo imaginado, al preguntar si
con la aparición de la radio portátil alrededor de los ‘60 el consumo había
cambiado, Claudia respondió “sí la escucha era más personal, pero ojo también
la gente se reunía alrededor de la miniradiecito a escuchar un partido y no
había auriculares”.
Los consumos son determinados por
los dispositivos y a su vez estos por las prácticas sociales. El mando a
distancia no tenía razón de existir en estos primeros momentos. Mario: “No
había mucho para cambiar, había que ver lo que había y a la mañana no había
televisión”[12]. Claudia: “Nosotros casi toda la vida tuvimos
un solo televisor, hasta esa época de mediados de los 90s en que vos tenías
uno, papá tenía otro… (reflexiona) ¿Sabés por qué? Porque no había mucha
posibilidad de elección, entones todos teníamos que ver todo lo mismo, ahora
hay ciento cincuenta mil canales…”[13].
Esto nos remite a la práctica hiperpersonal del zapping que menciona Flichy en
su texto.
Eje
3: Inserción del nuevo dispositivo: ¿creación de un medio? ¿de un lenguaje?
Para este eje, tomo la diferenciación
entre el concepto de dispositivo técnico y de medio realizada por Fernández:
“Dispositivos técnicos en los medios (D.T.): herramental tecnológico que
posibilita variaciones en diversas dimensiones de la interacción comunicacional
(variaciones de tiempo, de espacio, de presencias del cuerpo, de prácticas
sociales conexas de emisión y recepción, etc.), que 'modalizan' el intercambio
discursivo cuando este no se realiza 'cara a cara'
Medio: dispositivo técnico o conjunto de ellos que -con sus prácticas
sociales vinculadas- permiten la relación discursiva entre individuos y/o
sectores sociales, más allá del contacto 'cara a cara' (…)” [14].
Los comienzos del dispositivo fueron creando prácticas sociales que poco
a poco fueron adquiriendo sus particularidades. En los inicios, tomaba mucho de
otros medios (radio) o artes (teatro). Del mismo modo, fue lento el proceso de
creación de un lenguaje propio y particular, el montaje, el uso de las cámaras,
entre otros.
Las características de la primera televisión eran ser en blanco y
negro, tener pocos canales (dos o tres)
y tener una gran parte de su programación en vivo: Ricardo: “Casi todo era en
vivo en esa época”[15].
Los primeros recuerdos de Ricardo de la televisión son de los locutores
Nelly Prince y Brizuela Mendez. Primero los llama “locutores” (probablemente
venían de la radio) y luego “presentadores”.
Por otro lado, recuerda interrumpir sus estudios para ver el radio
teatro El amor tiene cara de mujer junto
a su madre (del cual recuerda actores y nombre del instituto de belleza) y
cuenta que las transmisiones de los partidos de fútbol eran muy convocantes. Ya
para la década del ’60 cuando la familia se muda al departamento en el que
tuvimos la entrevista, Ricardo cuenta que “teníamos el combinado ahí, yo me sentaba
en el sillón con mi viejo y ya veíamos Tato Bores”[16],
hito de la televisión con el cual yo también sentí identificada mi infancia.
Claudia: “Yo veía Tato Bores con mi papá y no entendía nada, el se reía y yo no
entendía”, Ricardo y yo asentimos y dijimos que nos pasaba lo mismo.
Podemos ver cómo el medio está aún forjando su lenguaje propio: trae
locutores de la radio, tiene teleteatros, noticieros en vivo con cambios
rápidos de vestuarios, el “fantasma del olvido de la letra” que refieren al
teatro mucho más que a lo que hoy asociamos por actuación en televisión. En
este sentido, otra mención de Ricardo y de Mario es a La revista dislocada, programa de gags cómicos que pasa de la Radio
Splendid a la TV en Canal 7 “con menos éxito”[17].
A este respecto, un dato interesante que trae Mario a la entrevista es
la extranjerización de la programación: “Lo que me acuerdo son series
norteamericanas que empezaron a invadir en seguida, programas autóctonos dos o
tres. Apenas salió la televisión había dos series norteamericanas que eran Cisco Kid de cowboys y Patrulla del camino más interesante con
Broderick Crawford. Empezaron a salir una cantidad que me puedo acordar de
todas, dobladas en México, por lo menos una por día tenías para ver”.
Claudia: “Al principio era muy precario todo, con una sola cámara
digamos, casi siempre era la misma imagen, el mismo plano, como un programa de
radio filmado. Las yanquis eran más elaboradas”.
Al mismo tiempo, todo lo que hoy entendemos por práctica televisiva
tardó largos años en instaurarse. La TV color recién viene después del ’78 con
el mundial. Mario: “Aún los primeros televisores en los años 1979-80 venían sin
control remoto; tampoco había cable, había cuatro canales o cinco”. Ricardo “A
la mañana no había televisión, empezaba como a las cuatro, cinco de la tarde”.
Claudia: “Yo me acuerdo incluso cuando fuimos a Miami que yo no podía creer que
había televisión todo el tiempo, en el año 1989, dibujitos animados a la mañana” [18].
Acerca de los contenidos
Pregunté si ya para este entonces habría metadiscursos y discusiones en
torno a los contenidos de la televisión. Ante mi pregunta Mario responde “Era
una cosa de progreso, la radio y la televisión no se discutían, la publicidad
era una cosa muy incipiente, con locutores en vivo. La discusión del contenido
era casi inexistente, al mismo tiempo apareció la radio portátil que era toda
una novedad, muchos se la llevaban y escuchaban la radio en la oreja. Eran
cosas que no se discutían, era visto como una novedad maravillosa, como te maravillás
hoy con los aparatos, las tabletas o las novedades de las computadoras, era esa
la sensación. Salió un nuevo canal, era todo una fiesta, tenías más
posibilidades de ver más tele. Tampoco había una prohibición a los chicos de
ver tele porque tampoco había tanto”[19].
Una diferencia que marca el género se muestra con el ejemplo que trae
Claudia: el programa más importante para ella era el de Doña Petrona que veía con su madre a sus 8 y 9 años durante los
años 1958-9: “Era a la tarde, que se yo 4.30 de la tarde, a la hora de las
señoras. Otro programa que salió después fue Buenas Tardes, mucho gusto que era un programa de todas cosas de
mujer, tipo utilísima, de cocina, manualidades. La conductora se llamaba Ana
María”[20].
Ricardo agrega “Y la ayudanta de Doña Petrona se llamaba Juanita”.
Ricardo y Claudia mencionan que había algunos programas periodísticos en
la televisión de los ‘60s pero que eran pocos. Claudia: “lo que más había eran
programas de entretenimiento y series yanquis westerns y policiales”. Mario:
“Había noticieros y programas de opinión pero mucho no me acuerdo, pero había
uno por día supongo que había.”[21].
Las particularidades de la televisión comienzan a formarse. Los
entrevistados contaron que había “muchos capos cómicos propios de la TV, Dringue
Farías, Adolfo Stray” seguidos mucho más adelante con el fenómeno de Fidel
Pintos y Alberto Olmedo.
Claudia: “Después empezó a haber programas los sábados y domingos
larguísimos como Sábados circulares,
toda la tarde, había música, entrevistas. En periodismo estaba Blacky (…) también
había muchos programas de preguntas y respuestas, Odol preguntas. Esto era novedoso de la tele, todos prendidos
viendo que iba a contestar por cien mil pesos, por un millón. Tardaban como
tres meses en jugar, había toda una cosa de suspenso”. Ambos cantan el jingle “Qué
lindos que son tus dientes / le dijo la luna al sol / y el son contestó
sonriente / me los limpio con Odol”. Cuentan que “muchos personajes se hicieron
conocidos por saber mucho sobre un tema, por ejemplo Claudio María Domínguez”
En cuanto a los noticieros, en un primer momento mostraban imágenes de
archivo, “no había inmediatez”, dice Claudia. “No se mostraba lo que pasaba en
Plaza de Mayo por la tele, sí había un locutor”. Es interesante como, en torno
a los usos informativos aún mencionan con mayor importancia la radio y los
diarios.
En este punto de la conversación con los entrevistados, surge el uso
político propagandístico de la televisión en dos épocas produciendo un salto
temporal hacia el pasado y hacia el futuro próximo: en primer lugar en la época
peronista, el noticiero Sucesos Argentinos que se proyectaba previo a las
películas en el cine. Al respecto de este período, Gené explica que “el cine se
presentaba como el medio más atractivo y moderno para difundir una imagen
positiva de los hechos”[22].
Apold y las subdependencias de la Subsecretaría de Informaciones constituían un
gran sistema propagandístico del gobierno que no ocurría solo en los medios
sino en la formación de instituciones, comedores, festivales masivos, etc. Era
común en la época utilizar muchos medios distintos (nuevos y antiguos como la
gráfica) para enfatizar una propaganda política, ocurría tanto en la Rusia
soviética, como en la Alemania Nazi, en el fascismo de Italia o en el New Deal
norteamericano.
En segundo lugar en la época del
proceso militar iniciado en 1976. Cortaban cualquier programa con las placas
negras con comunicados oficiales, que mostraban el escudo y de fondo música
militar: “Las Fuerzas Armadas tomaron Radio Nacional”, “El pueblo no podrá
permanecer en las plazas públicas”. Ricardo cuenta que “no se hablaban de los
saqueos ni de las chupadas que había de gente, que pasaba de noche. Algún que
otro programa mostraba a las madres de Plaza de Mayo pero no volvía a aparecer
nunca más”. Como indica Luis Gregorich
acerca del diario La Opinión: “La voluntad crítica asumía diferentes rostros
según las posibilidades reales de cada momento: cuando no podía manifestarse en
el abierto comentario política, lo hacían en la condena o parodia de los medios
de comunicación oficialistas, o en el comentario sobre la realidad
internacional”[23].
Claudia explica que “la gente se quejaba a los organismos de derechos humanos
de afuera (se refiere al exterior), ahí fue cuando los militares durante el
mundial sacaron el logo que decía ‘Los argentinos somos derechos y humanos’”.
Dos grandes momentos propagandísticos están marcados por el mundial de
fútbol del ’78: “El mundial fue una pantalla enorme para la peor época de los
desaparecidos” y por “La guerra de Malvinas fue un show mediático de horas y
horas de programación mostrando lo que la gente donaba, llorando, que
obviamente nunca les llegó y que se lo robaban todo”.
Reflexionando acerca de esto, Ricardo opina que “hay una inteligentzia,
cuando hacen un golpe de estado en seguida saben cómo manejar los medios de
comunicación, obviamente dicen lo que quieren” y Claudia agrega “y dejan a los
periodistas que quieren, Neustadt y Grondona nunca fueron echados por los
milicos, apoyaban todos los golpes”.
A modo de documentos históricos de Medios de Comunicación, los
entrevistados aún conservan varios tomos de la revista Transformaciones de
tendencia de izquierda y, según cuenta, de lectura de la juventud. Las
temáticas eran sobre historia reciente, revoluciones en América Latina,
reflexiones sobre los medios de comunicación, entre otros.
Otros
consumos culturales/comunicacionales
Ambas familias (la de Ricardo y
Mario y la de Claudia) durante la década de los ’50 y ’60 recibían el diario La
Nación porque era el “menos sensacionalista”, o “el más serio”. Recuerdan al
diario Prensa como un diario de derecha, Crítica, El mundo, Clarín y La Razón
vespertino. También mencionan las revistas Radiolandia, Antena TV y TV Guía.
Claudia cuenta que éstas eran revistas de chimentos del espectáculo, mientras
la revista Claudia era muy fina con
el mejor papel.
Tanto Claudia como Ricardo compraban
muchas revistas de formato comic. Estas también eran en su mayoría
estadounidenses. Mencionan a El pájaro
loco, Tom y Jerry, La pequeña Lulú, Archie Gomez, Superman
con traducciones mexicanas. Claudia dice que “después se empezó a copiar y
surgieron las argentinas”, de las que recuerdan Ricotipo, Patoruzito, Intervalo
y Fantasía. También mencionan la
revista escolar Billiken y la
deportiva El Gráfico.
Al conversar sobre las décadas del
’70 y del golpe militar, cuentan sobre la ideoología de los diarios: “La Prensa era el más derechista, La
Nación de centro y bueno, La Opinión de izquierda”.
Ya se ha hablado de la radio en el
primer eje de investigación, sin embargo tanto Mario como Ricardo hacen
hincapié en el surgimiento de la radio portátil. Ricardo cuenta que “la radio
Spika tenía la novedad de pasar de válvulas a transistores y no se enchufaba,
fue una revolución”[24].
En cuanto al teléfono cuentan que
era muy difícil conseguir línea –podrían tardar hasta un año- y que los
aparatos eran muy caros. También cuentan que hablar a larga distancia era una
proeza: “no se escuchaba nada y tenía demoras de hasta diez horas”[25].
Claudia cuenta que “antes los avisos inmobiliarios decían ‘con teléfono’ porque
era importantísimo porque había pocos y era muy difícil conseguir”[26].
Ricardo acota que “para Marina estas cosas deben ser terribles, imposibles de
entender”[27].
Inmediatez
y relación con los “nuevos” medios
Los entrevistados relatan que en los
principios, las noticias del exterior tardaban dos o tres días en llegar: “en
la televisión te decían ‘antes de ayer jugó Fred Perry y ganó tanto a tanto’,
las noticias en los diarios no eran frescas”. Tampoco lo era la transmisión
deportiva internacional, dice Mario que “el mundial del ’70 lo veía en
diferido”.
A modo de reflexión final, me
gustaría aclarar que escogí utilizar el discurso directo de manera abundante ya
que en este trabajo de reconstrucción histórica me resultó de gran importancia
el testimonio y el modo de decir de los entrevistados. Es un muy buen modo de
conocer la historia reciente pero olvidada vivida por sus protagonistas.
Para finalizar con la entrevista, les
pregunté ‘¿Cuál consideran que
fue el próximo nuevo medio después de la TV?’ a lo que los entrevistados respondieron que la computadora fue el más
revolucionario y completo; especialmente internet.
Inquirí acerca de sus usos y obtuve
los siguientes. Ricardo la utiliza para leer los diarios, para trabajar y para
ver películas. Claudia cuenta: “Gracias que me manejo con el mail. Otras cosas
muy de vez en cuando”. Sin embargo habla de un uso de consulta: “De repente
estamos hablando de un tema y digo vamos a ir a internet y chequearlo, cuando
tengo una duda de algo me fijo en google, wikipedia, cosas históricas por
ejemplo y también bajo música”.[30]
Resultaron interesantes y apropiadas
para esta monografía algunas conversaciones que tuve con ellos estos últimos
días de las cuales destaco algunas citas. Claudia comenta que “las redes
sociales fueron lo que más funcionó para encontrar gente en el desastre de
Japón”. Al mismo tiempo Ricardo dice “las imágenes de Japón son imágenes
sacadas con los celulares de la gente, no hay corresponsales extranjeros porque
los japoneses no lo aceptan”.
Mis últimas preguntas en la
entrevista fueron:
-
¿Confían en Wikipedia?
-
-
¿Saben quién escribe Wikipedia?
-
(Dudan) … No.
-
La gente, cualquier usuario.
Considero que es apropiado un final
abierto para una Historia de los Medios que está en proceso. Puede historizarse
sobre el pasado, pero sobre el presente solamente debatir, los medios están
constantemente reinventándose.
[1] Que posteriormente fue la radio “LR4 AM 990” según Ulanovsky, Carlos:
“Diales antiguos y nuevos” en Días de
radio, Buenos Aires, Espasa Calpe, 1999.
[14] Fernandez, J. L. Semiótica I [Blog Internet]. Argentina: 2010 marzo –
[citado 2011/mar]. Disponible en: http://www.semioticafernandez.com.ar/wp-content/uploads/.../Teorico-Dispositivos.ppt
[22] Gené, Marcela: “La subsecretaría de informaciones” en Un mundo feliz. Imágenes de los trabajadores
en el primer peronismo 1946-1955, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica
Universidad de San Andrés, 2005.
[23] Rivera, Jorge y Romano, Eduardo: Claves
del periodismo actual. Buenos Aires. Ediciones Tarso, 1987.
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